La última cena

Mesa
Esa noche, la casa les había recibido helada y vacía, cansada de la farsa y la comodidad, de los amores incompletos, de los corazones grises, de las medias tintas y del agua tibia.

El tic tac del reloj era el único sonido solitario rasgando el silencio que reinaba en la sala. Allí se encontraban sentados el uno frente a la otra con la mesa de madera oscura en medio de ellos, como si se tratara de dos jugadores de ajedrez que no se arriesgaban a iniciar la partida.

Ella esperaba ansiosa que él dijera la primera frase pues desde hacía horas tenía en su cabeza media docena de respuestas listas para soltarle. Sin embargo, él no tenía la más remota intención de pronunciar palabra así que sólo se alzó de hombros ya que sabía que ese era el único gesto que ella podría interpretar como mejor le pareciera. Continúa leyendo «La última cena»